No eres tú, son mis sesgos

Quedó en llamar y no lo hizo ¡Que rabia! Él me hace enojar ¿Es él quien me hace enojar?, ¿es la situación? Cuando “no llamó” se desencadenan una seguidilla de pensamientos. – “No cumplió es un mentiroso”, “si no cumplió esta vez nunca cumplirá”, “si me quisiera cumpliría lo que dice”, “no me quiere”… y eso es lo que me enfurece… y entristece. Pero qué pasa en cambio si frente a la misma situación de “no llamó” pensamos que se le descargó el celular, quizás tuvo un imprevisto o en el peor de los casos tuvo un accidente. Si pienso eso me preocuparía en vez de enojarme.

Por lo general, lo que sentimos o dejamos de sentir tiene mucho más que ver con cómo interpretamos las situaciones o acciones, que con las situaciones en sí mismas. El concepto de sesgos cognitivos se emplea para denominar a las formas en que desfiguramos la realidad, a los modos de interpretación que no se ajustan a cómo son las cosas. La importancia de estas distorsiones  es que suelen traernos padecer. Porque recordemos que la situación, el hecho puro y real es que no recibimos la llamada de esa persona, ni más ni menos.

Una distorsión muy común es el llamado Pensamiento todo o nada. Se refiere a cuando vemos la situación en dos categorías en lugar de considerar toda una gama de posibilidades intermedias (matices). Las cosas parecen como blancas o negras, buenas o malas, y no se aprecia que estos conceptos son los dos extremos de un continuo. “Si no llama es incumplidor, no se puede confiar en él”. Clasificamos la situación como –cumple, no-cumple- en vez de matizarlo pensado “esta vez no cumplió” y evitando conclusiones absolutas.

En la Lectura del pensamiento, se asume que se conoce lo que los demás están pensando y que tiene suficiente evidencia de ello. “No quiso llamarme”, “No cumplió porque no me quiere”“Soy poco importante para él”. Concluimos que es así porque tenemos evidencia de lo que pasa en el mundo interno de la otra persona. Sé que no me quiere, porque la persona que quiere siempre cumple. Pasamos a llevar al otro, ya que ni siquiera damos espacio a preguntar (y realmente escuchar) la respuesta de la otra persona.

Otro ejemplo de distorsión es la llamada “Sobregeneralización”, que es cuando de detalles puntuales establecemos reglas globales que rigen el mundo y nuestra forma de actuar o la de otros. Mis distorsiones me harán creer que “nuca cumple nada”, “él siempre hará lo mismo”, “nunca seré importante para él” (mezcla de lectura del pensamiento con sobregeneralización). Si no llamó por teléfono esta vez, nunca será capaz de hacerlo y será una persona en la que no se puede confiar. Es decir vemos un simple suceso como un modelo de derrota o de frustración que nunca acabará.

Llevamos nuestros sesgos sin notar cuando los aprendimos ni cuando los aplicamos. Así como dedicamos tiempo a cultivar nuestro cuerpo con ejercicio o una buena alimentación, también podemos desarrollar nuestra vida personal cultivando nuestro estilo de pensamiento. La forma en que interpretamos la realidad es algo automático e involuntario, por lo que conocer y cambiar nuestro estilo de interpretar la realidad es un trabajo que requiere autoanálisis, práctica y perseverancia. A la larga es un trabajo muy beneficioso, ya que ajustar nuestra interpretación de los hechos nos brindará equilibrio en nuestra vida emocional.

Natalia Córdova Rubio

Psicóloga Clínica

Universidad Santiago de Chile

natalia.cordova@gmail.com