El estrés: un mal frecuente en el último tiempo

En la actualidad nos encontrarnos frente a una sociedad que vive bajo constantes presiones. No es raro escuchar en el trabajo la frase “esto es para ayer”; correr de un lado a otro, haciendo las cosas rápidamente porque tenemos poco tiempo incluso para almorzar y satisfacer nuestras necesidades básicas; o apreciar cómo nos vamos endeudando cada día más, con tal de obtener los objetos o los servicios que queremos y/o necesitamos. Este contexto es característico de las grandes ciudades en pleno siglo 21 y sus consecuencias se relacionan con reacciones del cuerpo, como por ejemplo, aumento de los latidos del corazón, nerviosismo, sudoración, respiración acelerada, mareos, dificultad para dormir, problemas para deglutir los alimentos, etc. Estas reacciones pueden indicar que estamos experimentando algún nivel de estrés, el cual puede ser menor o mayor, dependiendo de las vivencias a las que estamos expuestos.

El estrés es una reacción del cuerpo que permite que estemos preparados para afrontar alguna situación de manera más o menos adaptativa. Así, por ejemplo, si nos encontráramos frente a un león nos resultaría útil que el corazón lata más rápido y que las pupilas se dilaten, pero no nos resultaría adaptativo quedarnos paralizados y bloqueados, lo cual también puede ser una respuesta del cuerpo. Un ejemplo más frecuente podría ser hablar en público, acto que puede desencadenar una respuesta de estrés en el cuerpo con una intensidad adecuada, que nos permita desenvolvernos de buena forma y estar lo suficientemente alerta como para hacer una buena exposición. Esto es llamado “eustrés”, debido a las consecuencias positivas que implica la vivencia del estrés. Por otro lado, si el estrés nos imposibilitara hacer bien lo que tenemos que hacer y nos trajera dificultades, adquiere el nombre de “distrés”.

La presencia de estrés leve o moderado durante periodos breves de tiempo no genera efectos negativos en el organismo, sin embargo, cuando se comienza a experimentar un elevado grado de estrés y se mantiene en el tiempo sin una resolución, puede generar efectos negativos, principalmente en el sistema inmunológico, lo cual hace más propenso al individuo a  padecer enfermedades físicas y a sentir malestar psicológico.

En el caso de vernos afectados por un gran estrés, que sea disruptivo en nuestras vidas y nos esté generando malestar y sufrimiento, es aconsejable intentar disminuir el ritmo de la rutina y tomarnos las cosas de manera más calmada y tranquila. También es muy recomendable tener prácticas de auto-cuidado, que pueden ser: darnos tiempo para nosotros mismos, para descansar de la rutina; permitirnos hacer cosas que nos gusten, como leer, jardinear, tomar fotografías, etc.; practicar algún deporte o alguna actividad física, lo cual también nos ayuda a mantener una buena salud física; o realizar prácticas meditativas o corporales, como el tai chi, yoga, etc.

Si bien es cierto, solemos exigirnos mucho para alcanzar las metas y los objetivos que anhelamos, también es necesario darnos frecuentemente un descanso, con el objetivo de sentirnos bien y poder mantenernos de buena manera, cuidando de nuestra salud y de nuestro bienestar.