Bienestar Social

A nivel de sociedad, hemos cometido un error al asimilar crecimiento económico a desarrollo del bienestar y felicidad de las personas. El énfasis en la medición del consumo y la inversión ya no es capaz de reflejar, según la Comisión Europea, la complejidad de la economía del siglo XXI ni los verdaderos avances en la calidad de vida de un país. Un ejemplo de esto es la utilización del PIB, una medida agregada que expresa el valor monetario de la producción de bienes y servicios finales de un país durante un período (normalmente, un año), a  una medida del bienestar de una sociedad. El Producto Interno Bruto ha sido criticado por no reflejar adecuadamente el desarrollo de las sociedades y su calidad de vida, un PIB en aumento puede de hecho ocultar considerables disminuciones en el bienestar de los ciudadanos.

“La civilización que construyamos depende del modo en que llevemos nuestras cuentas”, sencillamente porque cambia el valor que le ponemos a las cosas. Una nueva propuesta de cómo llevar las cuentas llegó desde un lejano y pequeño reino sin salida al mar, situado en el sur de Asia. El Real Gobierno de Bután tomó la decisión en 2005 de desarrollar el indicador de Felicidad Interna Bruta (GNH), concebido en directo contraste con el Producto Interno Bruto. Treinta años atrás, el Cuarto Rey de Bután realizó una famosa proclamación “La Felicidad Nacional Bruta es más importante que el Producto Interno Bruto”. Esta “felicidad” no tiene nada que ver con el uso común de la palabra que denota un estado de ánimo efímero –feliz hoy infeliz mañana- debido a una condición externa temporal, como ganar o perder, ser elogiados o castigados. Más bien, se refiere a la felicidad profunda y duradera que viene de vivir la vida en plena armonía con el mundo natural, con nuestras comunidades y semejantes, y con nuestra cultura y patrimonio espiritual, en definitiva, de sentirse totalmente conectados con nuestro mundo.

Esta felicidad así concebida implica que el desarrollo sustentable debe tener un abordaje holístico hacia nociones de progreso que destaquen aspectos no económicos del bienestar. La felicidad Interna bruta se basa en 4 pilares: buen gobierno, desarrollo socio-económico sustentable, preservación cultural, y conservación medioambiental. Para crear mayor comprensión del GNH y reflejar el rango holístico de los valores GNH se han clasificado 9 dominios: bienestar psicológico, salud, educación, uso del tiempo, diversidad cultural y resiliencia, buen gobierno, vitalidad comunitaria, diversidad ecológica, y estándares de vida. Dichos dominios representan cada uno de los componentes del bienestar de los Butaneses.

 La Felicidad Nacional puede ser vista como una ofrenda a la avidez del mundo de rejuvenecimiento y transformación de sus instituciones y sistemas de valores. El 19 de Julio del 2011, 68 países se unieron al Reino de Bután para co-patrocinar una resolución titulada “Felicidad: hacia un abordaje holístico del desarrollo”, que fue adoptada por consenso por los 193 miembro del Asamblea General de l ONU. Esta reunión inició el camino hacia la consecución de la visión de un nuevo paradigma económico basado en el bienestar y sostenibilidad que integre objetivos económicos, sociales y ambientales. El Lunes 1 de Abril de este año, Las Naciones Unidas implementó la resolución 65/309, adoptada unánimemente por la Asamblea General en Julio del 2011. Se sitúa a la felicidad en la agenda global, buscando incentivar “la conciencia que la búsqueda de la felicidad es una meta humana fundamental”

Como señala Mark Williamson Director de “Action for Happiness” el problema fundamental en nuestra sociedad moderna es que mientras nos obsesionamos más y más con el crecimiento económico, perdemos de vista lo que realmente hace que la vida sea satisfactoria. Los países que han mejorado dramáticamente su economía y salud, no han incrementado de igual modo su satisfacción con la vida ni felicidad. Por el contrario, ha aumentado dramáticamente los índices de depresión y ansiedad. Los países de primer mundo se han vuelto más ricos pero no más felices, y ese debería ser el inicio de discusiones sobre el progreso. La solución de esto es cambiar nuestras prioridades y poner el tema de la felicidad y satisfacción con la vida como una tema fundamental para que la realización de nuestro bienestar sea central.

Para no destruirnos nuestro planeta en el proceso de buscar nuestra felicidad, para que no agotemos nuestros recursos y destruyamos nuestro entorno en la búsqueda incesante de sensaciones agradables momentáneas basadas en el consumo, debemos aprender a cultivar la felicidad profunda, la que tiene que ver con nuestra actividad deliberada, la que no depende ni es producto de comprar experiencias, posesiones materiales o estatus social. Para cesar de buscar nuestra felicidad explotando nuestras condiciones externas, nuestro entorno y medioambiente, debemos aprender a gobernar nuestra experiencia interna. Si nuestro bienestar depende del incesante consumo de materias nos acabaremos el mundo en el proceso de ser felices, sin siquiera lograr dicho objetivo. Es imprescindible que independicemos nuestros experiencia emocional y nuestro profundo bienestar de nuestras condiciones materiales. Es relevante generar espacios de dialogo discusión y aprendizaje sobre cómo lograremos este cambio para que la felicidad duradera y la sostenibilidad se unan en felicidad sostenible.